
“Leer la poesía de Vitelio Mejía fue caminar por un lugar magnífico, llamado Las Salinas en Baní.” El jueves por la tarde fui a la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña. Afuera, la ciudad persistía en su habitual ceremonia de estruendo: los tapones de la Máximo Gómez eran un pulso detenido,…