Debate Trump y Harris.

Vi, no sin una extraña mezcla de sorpresa y desilusión, el reciente debate electoral entre el expresidente Donald Trump y la actual vicepresidenta Kamala Harris. El ambiente en el auditorio se sentía cargado, no tanto por la profundidad de las ideas o la solidez de las propuestas, sino por algo más ruidoso y trivial: las descalificaciones. Como si ambos contendientes, olvidando su peso político y su responsabilidad histórica, hubieran decidido ceder al más primitivo de los impulsos: el ataque personal, la réplica mordaz y la ofensa rápida.

Fue en ese instante, mientras observaba la pantalla de televisión que no dejaba de proyectar las imágenes de este duelo verbal sin fondo, que recordé uno de los momentos más icónicos de la política estadounidense: el debate entre Ronald Reagan y Jimmy Carter en 1980. Me sobrevino, casi como un eco distante, la frase que Reagan lanzó con la elegancia de quien sabe que lleva la verdad consigo: "Pregúntense, ¿están mejor hoy que hace cuatro años?".

Aquella pregunta, tan simple y devastadora, condensaba en sí todo lo que se espera de un verdadero debate político: una reflexión seria sobre el estado de la nación, una invitación a que los votantes evaluaran su presente y su pasado. No había ataques personales, no había espectáculo ni la necesidad de humillar al contrincante. Solo un llamado a la introspección, a que cada ciudadano, desde su pequeño rincón en el vasto mapa de los Estados Unidos, pensara si su vida, la de su familia y la de su comunidad había mejorado o empeorado bajo la administración de Carter. Y en esa reflexión íntima, en ese diálogo silencioso entre el candidato y el electorado, Reagan supo ganar la confianza de un país entero.

El contraste entre esos dos momentos no podría ser más brutal. De un lado, el debate moderno, convertido en un espectáculo mediático, donde cada palabra parece diseñada no para convencer sino para destruir; donde el votante es un espectador pasivo, un simple consumidor de insultos. Del otro lado, la política de la antigua escuela, donde el objetivo principal era presentar una visión clara del futuro y donde, al final, el respeto por la inteligencia del votante prevalecía.

¿Qué nos ha pasado, entonces, en este recorrido? ¿Cuándo dejó la política de ser ese noble arte de convencer con argumentos y propuestas para convertirse en un simple concurso de popularidad, donde quien grita más fuerte o golpea más bajo parece ganar más puntos? Es una reflexión amarga, porque en ella se esconde la realidad de nuestra decadencia política, no solo en Estados Unidos, sino en buena parte del mundo.

Los debates, antaño momentos cruciales para la democracia, se han transformado en espectáculos que apelan a la emoción más que a la razón, a la división más que a la unidad. Y en esa espiral descendente, hemos olvidado que la política es, o debería ser, un ejercicio de responsabilidad.

Al recordar la pregunta de Reagan, uno no puede evitar desear que algún día volvamos a ver debates donde los candidatos se atrevan a enfrentar al electorado con una pregunta tan sencilla y, a la vez, tan difícil de responder: “¿Están mejor hoy que hace cuatro años?”. Pero para que eso ocurra, debemos exigir más de nuestros líderes. Debemos recuperar la dignidad del debate y, más importante aún, recordar que el verdadero poder no está en los que hablan, sino en los que escuchan. El votante no es un espectador. Es, en el fondo, el verdadero protagonista.

Sentí ese día la nostalgia por un debate como aquellos tiempos. Reagan supo, en su momento, que la política no era simplemente una cuestión de victorias momentáneas en el campo de batalla de las palabras, sino un ejercicio de rendición de cuentas ante la historia. Quizá, solo quizá, algún día volvamos a ver un candidato que, en lugar de arrojar descalificaciones, simplemente nos pida que nos preguntemos si estamos mejor que antes.

Hoy, tras ver este último debate, no puedo evitar sentir que la respuesta es un rotundo "no".

Hasta el próximo sábado.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Marino Berigüete

Diplomático de carrera,Abogado Máster en Ciencias Políticas, Máster en Relaciones Internaciones,UNPHU Postgrado Procedimiento Civil, UASD/ Escritor y Poeta.

Entradas Recientes

  • All Post
  • Artículos
  • Biografía
  • Comentarios y Recomendaciones de libros
  • Poemas
  • Reseñas de libros.
  • Sin categoía

Actualizaciones por correo

Suscríbete a mí news letter para estar al tanto de mis últimas publicaciones.

You have been successfully Subscribed! Ops! Something went wrong, please try again.

© 2024 Marino Berigüete – Diseñado por Mas Pixell Web Services