Muerte de Mario Vargas Llosa, el último del Boom

“Una vida dedicada a la escritura”

Hoy, 13 de abril de 2025, ha muerto Mario Vargas Llosa. Con él se apaga la última voz viva del Boom latinoamericano. Se cierra un ciclo que marcó con tinta indeleble la literatura de nuestro continente. García Márquez, Cortázar, Fuentes… y ahora él. El último en pie. El más persistente. El más político, el más polémico, el más perfeccionista en su oficio. Y también, para muchos de nosotros, el más didáctico.

Con La ciudad y los perros, nos enseñó que la narrativa podía ser estructura, técnica, estrategia, ritmo y ruptura. Aprendimos a leerlo no solo como lectores, sino como aprendices. Cada novela era una clase magistral de construcción narrativa. Vargas Llosa no escribía por escribir. Su literatura era, en esencia, una ingeniería de la palabra. Con él se aprendía a narrar, a esculpir la realidad, a disputar el poder con la imaginación y el lenguaje.

Las letras se visten de luto. No es un decir. Hoy es literal: la literatura latinoamericana ha perdido a uno de sus más grandes artesanos. Y aunque sus libros seguirán ahí, orbitando nuestras bibliotecas, nuestras universidades, nuestras vidas lectoras, ya no habrá más entrevistas suyas, más columnas en El País, más frases punzantes ni polémicas encendidas. Porque Vargas Llosa no solo fue novelista: fue intelectual en el sentido más exigente del término. Un cronista de su tiempo. Un polemista incansable. Un defensor, a veces terco y casi siempre feroz, de sus ideas.

En sus artículos, desplegaba una agudeza pocas veces vista. Analizaba con precisión quirúrgica la política, la cultura, la moral, los abusos del poder, los errores de la izquierda y de la derecha. Era un testigo incómodo. Y quizás por eso lo admirábamos más: porque decía lo que pensaba, incluso cuando no nos gustaba. Porque no se dejó domesticar por ninguna tribu. Porque se atrevía a estar solo, si era necesario.

Pero también fue un hombre cercano, discreto. En este país del Caribe —la República Dominicana— lo sabíamos. Pasaba navidades aquí, lejos del ruido y los flashes. Sin protocolos, sin entrevistas, sin escándalos. Solo, o acompañado de los suyos, caminando por las playas o leyendo en silencio. Era su forma de estar presente sin exhibirse. Y aquí se le quería. Se le respetaba. Muchos lo veíamos como un visitante ilustre que, sin buscarlo, se volvió parte de nuestras memorias colectivas.

Al enterarme de su muerte, he sentido un golpe seco. No solo porque ha muerto uno de los grandes. Sino porque se ha ido alguien que, sin conocerlo, nos enseñó a muchos a escribir. A pensar la novela como una forma de entender el mundo. Su obsesión con la estructura, su capacidad para saltar en el tiempo, para ensamblar voces múltiples, para hacer del relato una maquinaria viva… Todo eso está ahí, y seguirá estando, pero hoy duele más que nunca saber que ya no habrá más.

Me inclino ante su talento. Y lo digo sin grandilocuencia: Vargas Llosa fue, para muchos escritores de mi generación, una brújula. No porque estuviera siempre en lo correcto, sino porque escribía como si su vida dependiera de ello. Porque no dejaba nada al azar. Porque cada palabra en sus novelas parecía colocada con pinzas. Porque, incluso cuando sus tramas nos inquietaban —como en La Fiesta del Chivo—, era imposible no rendirse ante su maestría narrativa.

Ese libro, La Fiesta del Chivo, es el que más me conecta con él. Por su mirada a nuestro país. Por su manera de retratar el horror sin caer en el sensacionalismo. Por su capacidad de mostrar el alma podrida del poder. Y por su respeto a la complejidad de nuestra historia. Fue un libro necesario. Valiente. Inolvidable. Y hoy, mientras lo releo en su memoria, siento que es el mejor homenaje que puedo hacerle.

Adiós, Mario. Te nos fuiste en silencio, pero tu voz seguirá resonando. En las aulas, en las bibliotecas, en los cafés donde se discute literatura, en los escritores jóvenes que todavía hoy leen Conversación en La Catedral buscando respuestas a la pregunta que tú lanzaste al aire: ¿en qué momento se jodió el Perú?

La literatura latinoamericana hoy está de luto. Pero también está de pie. Porque te tuvo, porque te leyó, porque te discutió. Porque aprendió contigo que la novela es más que una historia: es una forma de pensar, de vivir, de resistir.

Hasta siempre.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Marino Berigüete

Diplomático de carrera,Abogado Máster en Ciencias Políticas, Máster en Relaciones Internaciones,UNPHU Postgrado Procedimiento Civil, UASD/ Escritor y Poeta.

Entradas Recientes

  • All Post
  • Artículos
  • Biografía
  • Comentarios y Recomendaciones de libros
  • De una sentada...
  • En doscientas palabras.
  • Piedradura
  • Poemas
  • Reseñas de libros.
  • Sin categoía

Actualizaciones por correo

Suscríbete a mí news letter para estar al tanto de mis últimas publicaciones.

You have been successfully Subscribed! Ops! Something went wrong, please try again.

© 2024 Marino Berigüete – Diseñado por Mas Pixell Web Services